De Carolas, Esperanzas, kilos y otros demonios...

Bueno. Lo primero de todo, aclarar una cosilla del post de ayer. El vídeo que puse ayer, es de Carola, que no es la señora de la que insinuaba yo que parecía un Manolo (sin Blahnik). La señora en cuestión es Charlotte Perrelli (also credited as Charlotte Nilsson), y podéis verla retratada y en directo en el blog de Nils.

Y aclaro todo esto porque, cierto es y Corredero me lo ha recordado, la señora Carola es una sueca conservadora de las de toda la vida, y no quiero que me lance los perros del averno o alguna otra cosa peor, porque los mariquitas no le caemos bien en exceso. Aun así la adoro. Raro, no?

Googleando he encontrado un blog, que tiene muy buena pinta, y que ya está en el reader, que retrata esta dualidad a la perfección. El blog se llama Spray up your life, y esta es la cita de la que os hablo:

"Adorar a una señora homófoba ultra-cristiana que en sí misma es terriblemente marica sin quererlo y elevarla a la consideración de diva es otra de las contradicciones típicas de este colectivo. Carola, desde su mansión de Estocolmo nos mandará a todos al infierno, pero ella misma nos esperará allí con banderas de raso al viento, muchos dorados, windmachines y pasaremos toda la eternidad interpretando “Invincible”, “Genom allt”, o incluso, por que no, “Kiss goodbye”"

Imagino que algo similar les pasará a muchas MARI(cas)PEPERAS con la señora Esperanza Aguirre (AKA Alberto, measte fuera del tiesto). Sentirán una devoción casi santateresiana por dicha señora. Una señora que, gracias a Dios, desde sus tiempos de Menestra de Verdura, ha conseguido evitar uno de sus mayores defectos de cuando lo de Sara Mago y lo del cine español: Ahora piensa (sic), y luego, habla. Lo que no quita que seguramente esté ultra(católicamente)convencida de que las maricas donde mejor estamos es cargando cajas de peras y manzanas en Mercamadrid. O preparándole esos outfits tan cuquis de Massimo Dutti de cuando decidió presentarse a Comandanta Generala de la CAM, que se quitó como 15 años y 15 kilos de ranciedad de encima de un tirón. (Y tres o cuatro kilos de perlas y oros también).

Y de kilos hablo ahora. Porque tanta consola, tanta comida que empieza por un 91, tanto reposo y tanto tal, me ha hecho pasar (de nuevo) la barrera de los 90 kilos. 90.5 exactamente. (Y no, no es Cadena Dial). Cosa que no ocurría desde que tuve novio y mi única aspiración en la vida era esperar que volviera del trabajo, me tirara un pato chino a la cara, y yo pudiera entonar eso de "Siempre que vuelves a casa, me pillas en la cocina, embadurnada de harina... con las Manos en la Masa..."

Menos mal que ahora el rollo oso y demás variantes está muy en alza, porque si no me da que me la iba a estar machacando con dos piedras finde sí, finde también. También he de decir, que debo tener los huesos de adamantium o algo así, porque siendo sinceros, lo que vienen siendo 90 kilos, no los aparento, creo.

Pero bueno, como decía la gran Chus en "Qué he hecho yo para merecer esto?":

"Me pondré un poquito a plan mañana".

Eso, mañana.