Sueño

Cada vez que te masturbas, Dios mata un perrito.

Ains, estoy roto.

Ayer, entre que no madrugué y que salí a correr (que no correr-me) (que también) un rato, luego a la noche no había Cristo que me durmiera. Y dando vueltas y vueltas me dieron las 2 y media de la madrugada, y claro, cuando ha sonado el despertador a las 6 y media he querido morir.

Y eso que tenía mi(s) almohada(s).

Mi relación con las almohadas es muy especial. Desde que descubrí la viscoelástica, no tolero nada más y lo paso fatal cuando fuermo fuera de casa.

Otra de mis manías, que se forjó con mi primer ex (vivíamos juntos en la práctica, aunque no en la teoría), es que tengo que dormir abrazado a algo. Si no, me pongo muy nervioso, me sobran los brazos y no se qué hacer con ellos.

Generalmente ese algo es una de mis almohadas, y ocasionalmente, algo más humano. Alguien, vaya.

Y a propósito de dormir con alguien, en pocas cosas se pueden hacer divisiones tan radicales: en una pareja durmiendo en la cama, siempre hay uno que da calor, y otro que suda. Siempre. Y muy rara vez coinciden 2 ejemplares del mismo lado. Es casi como lo de activo y pasivo. Yo suelo ser de los que da calor, en parte también por mi manía de domir abrazado a quien esté en mi cama. Eso sí, rara vez suelo sudar dumiendo.

Otra de las cosas que me caracterizan, o caracterizaban, es lo de dormir del tirón. Ya pueden pasar el aspirador, tirar una bomba nuclear o pinchar lo último de Gotocox en mi habitación: no me despierto. Y digo caracterizaban porque de un tiempo a esta parte, está dejando de ser completamente cierto. Ya hay noches en las que sí me despierto, imagino que será la edad. Cuando me despierto, lo primero que hago es intentar enfocar el despertador. Es algo así como guiñar un ojo, arrugar el entrecejo y girar la cabeza unos treinta grados, hasta que las cifras aparecen medio nítidas en mi retina. Ése es el momento crucial que te puede dar un alegrón o joderte la mañana entera: si miras, y ves que aún te queda 1, 2 o 3 horas para que suene el despertador: Genial!. Pero pobre de ti como descubras que te quedan 5 o 10 minutos. A mí desde luego se me pone un cabreo que no me quito hasta bien pasadas las 12.

Y es que yo sería feliz pudiéndome levantar a las 8 o las 8 y media. Que tampoco pido tanto, pero claro, eso, en Madrid, es impensable, sabiendo que como tarde entras a currar a las 9, y que una hora de camino no te la quita nadie.

Así que a ver si llega el viernes para practicar mi actividad favorita: apagar el despertador, bajar la persiana a tope y meterme entre las sábanas sabiendo que al día siguiente no me despertará un zumbido y que tengo al mejor amante, Mr. Pillow, entre mis brazos.