miércoles, 30 de julio de 2008

Las lágrimas de San Lorenzo


El sol curtía la piel de aquel muchacho de ojos aceitunados, de recios músculos trabajados por el deporte y sonrisa pícara que enloquecía a todas las muchachas de la urbanización.

Al otro lado de la playa, su yang. Un muchacho con la piel de porcelana, ojos claros y pelo más claro aún. Apolíneo sin excesos y rostro angelical que daba vergüenza manchar con una mirada que no fuera la más pura.

El azar quiso que se encontraran, y el destino, que una noche en la que el cielo lloraba estrellas cayeran enredados entre las rocas próximas a los acantilados contraviniendo con ansia juvenil todo lo que les habían enseñado desde la cuna.

Pasaron el verano debatiéndose entre el dedo invisible que les apuntaba allá donde fueran y ese calor bajo el mentón que sentían al mirarse el uno al otro.

Ni todas las olas de aquella playa gallega podrían haber apagado su sed de contacto, sus ganas de sentir su piel explorar una piel ajena que poco a poco iba tornándose conocida, muy conocida.

El verano llegó a su fin, y sendos coches con matrículas diametralmente opuestas en la geografía española los separaron cientos de kilómetros.

Pasaron los años y ninguno volvió a aquel pueblo que olía a verde y sabía a pulpo, pero cada año, cuando llegaba San Lorenzo, al contemplar el espectáculo del suicidio estelar, un escalofrío recorría sus espaldas, y la piel de sus brazos se estríaba sin que ninguno de los dos supiera, o más bien quisiera, identificar el motivo, achacándolo al caprichoso espéctaculo que ofrecía esa calurosa noche de verano.

Pero hay cosas que no se pueden evitar. Y el reencuentro ocurrió, quince años más tarde de lo que dijeron, inevitable. Tres días en los que volvieron a llevar zapatillas Victoria, camisetas de marinero, y a recorrer los acantilados en bici. Tres días en los que el tiempo no había pasado y volvieron a quererse como dos adolescentes.

Pero el tiempo sí que pasa, ya no tenían 17 años, y sus caminos se habían alejado mucho.

Ya era tarde.

Se besaron y se mintieron prometiéndose repetirlo el siguiente San Lorenzo.

21 zapatillas:

Soliloco dijo...

oig... que gonito...

ace76 dijo...

Parece que la inspiración ha vuelto...

Anónimo dijo...

¿Otra vez has vuelto a desayunar novelas de Danielle Steel?

Te tengo dicho que te cuides!!

RMN dijo...

Las zapatillas Victoria han vuelto!!!

Di dijo...

que románticos estamos... ay el veranito.

alterego dijo...

Qué bonito!
(NO a las Victoria)
(SI a las camisetas de rayas)

Corredero dijo...

Ad, las pastis las tienes encima de la mesilla. Tomatelas antes de que la cosa vaya a más...

Amanda dijo...

Pero q romantico pastelon, no? estas enamorado o q? aisss los calores veraniegos.....

Alvaro dijo...

Yo siempre estoy enamorado, Amanada.

Lo que pasa es que a veces no se de quién.

HGHGHG dijo...

Ains...besar y mentir, un clásico de las despedidas...
Creo que estoy superafavor de las mentiras piadosas siempre y cuando no provoquen daños colaterales...lo de los besos piadosos ya es otro tema.
Un beso, señor enamorado pero no sabe de quien ;P

Peritoni dijo...

ASI ME GUSTAS!!!

Pero que requetebonico, mare!

jajajajajaja no hagas caso de los demás, jajajaja

Amanda dijo...

Estas enamorao de la vida, aunq a veces dueeeeelaaaaaaaa

Maggie Wang Kenobi dijo...

uy, qué cosas que pasan: del exceso alcohólico del finde al exceso merenguil del miércoles, tiatiatia. Por un momento pensé que hablabas de Grease, pero ya veo que no, jurjur.

Fande dijo...

Estoy con Peritoni, Adi, qué requetebonico!
Y a todas las demás os digo: ¿no sabéis que el cinismo está superdemodée?
Ayjamía, qué cruz.
Adi, tú a lo tuyo, que es lo que te salga en cada momento.
Por cierto (me pongo en plan periodista de magazine vespertino) ¿hay algo de autobiográfico en tu relato o es pura fabulación?
Un beso guapo

Alvaro dijo...

Jajaja, no hay nada autobiográfico, no.

Yo no tuve ninguna historia de amor imposible en unas vacaciones de verano, aunque hubiera molado... :D

pijomad dijo...

Y mientras tanto las estrellas callendo del cielo como puñados de lágrimas.. un río van a formar.

Lucio dijo...

Para vuestra información las Victoria son lo pior, son un rollo como del año pasado y sólo las llevan los huesilocas!

Post bonito, por cierto.

Anónimo dijo...

Qué coño son las Victoria? Joer, que todo el mundo no está tan puesto en "moda" como vosotros. Un poco de consideración para con los ignorantes, hombreya!

Yo tb había pensado que algo de autobiográfico había. Y bueno, pues sí, hubiera molado un amor como ese ... o como cualquiera, que p'al caso.

Besicos!

Tomás Ortiz dijo...

17 años siempre son demasiados años, para casi todo. Una pasión desbordada también es algo que se pudre con el tiempo, aunque se haya alimentado con desgracias que hacen del pasado algo maravilloso.

En cualquier caso, los reencuentros, sean una semana después o 17 años, nunca son iguales que la primera vez. Es duro decirlo, pero la segunda vez nunca es tan hermoso como la primera. Aunque hablemos de amor, no es el mismo amor. Es otro amor.

Saluditos apretados

Sota dijo...

Realmente estás muy mal, niño...

Anónimo dijo...

A mí me hubiese gustado tener un amor de verano y que me mintiese piadosamnete en las despedidas, que le vamos a hacer? soy masoca por naturaleza. Saludetes