
Esta tarde he tenido mi primera incursión bakalaera desde hace muchos muchos meses.
Y para variar, fatal. El chico era muy mono, muy alto, de mi edad... pero es que no daba una a derechas el pobre. El caso es que pensándolo luego si besara como se come las pollas y se comiera las pollas como besa, sería un maestro en las artes amatorias, pero estábamos en posiciones equivocadas, definitivamente.
Y para volver a variar, como he decidido obviamente no volver a verle, justo antes de que se cayera el bakala (Deben estar las maricas como locas llamando a yapuntocom y similares), ya tenía mensajito de "me has gustado, me gustaría volver a quedar contigo". Pues hijo mío, si te he gustado con un polvo de mierda en el que estaba más tieso que una tabla mirando al techo en plan "por favor, que se corra y se vaya", si hubiéramos echado uno en condiciones me hubieras raptado como a las Sabinas para encerrarme en una torre por siempre jamás.
Es que debería ampliar mi agenda de follamigos, que, hasta la fecha, consta tan sólo de un nombre. Para los que no sepan lo que es un follamigo, aquí va parte de un post que escribí hace mucho y no llegué a publicar:
[¿Qué hacer cuando un tío te pone tremendamente bruto en la cama, pero no hay ese je ne sais quoi y más que mariposas en el estómago lo que te provoca es una cabalgata de hormigas en la bragueta?
Pues muy fácil: haceros follamigos.
Un follamigo es alguien que conoces (Poco, seamos realistas: sabes cómo se llama, en qué zona vive, y, si es lento atándose los cordones, puede que hasta en qué trabaja), con el que has follado y con el que ha habido mucha química sexual pero poca química de la otra. Tienes su teléfono y sabes que basta un SMS diciendo "¿Cenamos?" para que venga con el postre, no lleguéis al segundo plato y a veces, ni a los entrantes. Y tan contentos. No se queda a dormir, no espera beso de despedida, y no hace falta que te acuerdes de su cumpleaños. Y puedes pasar meses sin saber de él, pero tienes la certeza de que cuando vuelva a cenar sabrá exactamente donde te gusta que te muerdan.]
El caso es no soy muy de follamigos yo. Por una parte, porque me cuelgo con mucha facilidad de la gente, soy tontísimamente sentimental. Y por otra, porque si a un tío no le veo algo más, es difícil que me ponga cachondo más allá de un polvo aislado.
Salir por las noches de marcha, y ligar, y follar borracho a las 6 de la mañana para despertarte sudado y resacoso es algo que cada vez me repele más, ya que digamos que el porcentaje de los tíos que me apetece volver a ver después de haber follado un sábado es aproximadamente del 8%.
Pero no queda otra, porque es eso, o navegar infinitamente por los perfiles de las distintas webs, o quedarte sentado eternamente esperando que ese compañero de trabajo que te mola tanto se acerque un día a tu mesa y en lugar de pedirte unos drivers, te pida una cita para el sábado, obviando la homofobia que corre a raudales por la oficina.
Porque no hay más cera que la que arde.