Yo ya no...

No vuelvo a ir un sábado a Polana. Me parece estupendo que la gente no tenga vergüenza, pero yo no tengo ninguna necesidad de pasarla por ellos. Qué fauna, ciela santa. Qué música. Qué movimientos espasmódicos, zapatos de chúpame la punta, despedidas de soltera, cenas de las AMPAs de todos los colegios de Madrid... Terrible.

Así que ayer ya planteé el cisma, antes de retirarme cabreado a casa a las 3 de la mañana. Yo ya no vuelvo a Polana un sábado. Me iré al Elastico, o a tomar por culo, o donde sea, pero no quiero volver a ver a María de Córdoba cantando mientras una horda de maricas en camisa y zapatos la aclaman como a la Vírgen de la Macarena (María, guapa!) y ella pone unas caras que ríetetú del Éxtasis de Santa Teresa.

Eso sin contar la coreografía cutre de aeróbic que monta alguien (diré alguien para ser polite) y que ha calado tan hondo que desde que abren hasta que empieza el infernal espectáculo, varios niños absurdos de las nuevas generaciones de maricas están ensayando los pasos, corrigiéndose los tempos y puliendo el final, para poder demostrar todo su poderío delante de un grupo de babosos borrachos.

Y para terminar, con un frío de pelotas, el tema (putos) taxis. Es imposible coger un taxi en Madrid de noche sin andar tres o cuatro kilómetros y pelearte con tres o cuatro fulanas de las que llevan los zapatos de tacón altísimo y nuevísimo en la mano. Que con estas temperaturas, no se cómo se atreven. A más de una le habrán amputado ya algún dedo del pie por congelación. Y luego les preguntarán: "¿Himalaya? - No, Alcalá con Cibeles...". ¿No hay crisis? Pues coged el búho, joder, que vuela.

Lo único positivo de toda la noche, ver a Alex que hacía meses que no le veía, desde que volvió a Oviedo , trastear con el Mac cuando llegué a casa (cada día me gusta más) y haber dormido 11 horazas del tirón.

Mañana contaré EL CONCIERTO (con mayúsculas) que hoy estoy un poco refunfuñón como para describir algo tan sublime.