Es curioso como una situación concreta puede cambiar comportamientos y formas de ser que llevan años arraigadas y de la noche a la mañana, te encuentras con que tienes la autoestima a la altura (y calidad de servicio) de la línea 6 de metro.
Tras un periodo de adaptación parece que has superado todo y vuelves a tu ritmo de vida normal, pero esa sensación espera, agazapada, para volver a hacer su aparición en el momento menos oportuno.
Y aunque racionalmente sabes que no hay motivo, el fantasma de las relaciones pasadas aparece para atormentarte y hacer que te des de cabezazos contra la pared, sin poder hacer nada por evitarlo.
Pero siempre hay alguien que pone un colchon entre ti y esa pared y espera pacientemente para demostrarte que, ni es lo mismo, ni es igual.
Ensimismado estaba en esos pensamientos cuando la voz de Marta (mujer, español), me interrumpió para anunciarme que a doscientos metros, girando a la derecha, había llegado a mi destino.
Y vaya si he llegado.
PS: Estén atentos a sus feeds. The bitch is back